En la nota de prensa
enviada por Walt Disney Productions en 1967, Disney afirma acerca de EPCOT “It
will never cease to be a blueprint of the future, where people actually live a
life they can’t find anywhere else today.”
Por Ethel
Baraona Pohl
“… si Disney despertase
el
tiempo es la ilusión que no vuelve más
el
tiempo, esa ilusión en cualquier lugar.”
Fito
Páez
Diversas utopías urbanas fueron
desarrolladas en las décadas de los 60s y 70s. La mayoría de ellas han sido
sueños que han nacido en la mente de arquitectos como Yona Friedman, Antonio
Sant’Elia o Archigram, incluso algunos artistas como Constant dejaron
ver su interés arquitectónico y urbanístico al crear propuestas como el
proyecto New Babylon. Pero ¿nos hemos detenido a pensar que sucede cuando estas
utopías surgen de la mente soñadora de un no-arquitecto? Este es el caso de
Walt Disney, productor, guionista e ilustrador y por lo que hemos visto con el
paso de los años, gran empresario. Entonces, ¿de donde surge ese deseo de crear
la ciudad del futuro?
Por otro lado puede
parecer contradictorio tocar el tema de Disney. Hablando con varios amigos
arquitectos, sin comentarles mi intención de escribir acerca de este tema, la
respuesta ha sido bastante unánime: todos recuerdan con nostalgia infantil su
primer viaje a Disney, los que no han estado critican el consumismo y el mundo
totalmente irreal que representa, pero para ningunos pasa inadvertido este
megaimperio surgido en los años 50s. Para la mayoría de nosotros es conocido
que Disney representa a cabalidad lo que llamamos el “american way of
life”, en sus películas siempre ganan los buenos, el malo es castigado y el
futuro se ve color de rosa. Pero intentemos olvidar esto por un momento y
centrarnos en el diseño de EPCOT, que es lo que queremos compartir y debatir
aquí.
Disney vivió de 1901
a 1966, pero ya en los primeros años de la década de 1960, pensaba en el
desarrollo de EPCOT como una ciudad-experimento o como el mismo lo llamó (y de
donde viene el nombre EPCOT): “Experimental Prototype Community of Tomorrow”.
De hecho, la principal motivación que tuvo Disney para construir y centrar
todas sus energías en construir Walt Disney World era tener un sitio en donde
construir más adelante su ciudad soñada: EPCOT Center. Solo que según podemos
ver en los archivos de planos, planes y memorias, no EPCOT tal como lo
conocemos ahora, un parque temático; más bien las ideas originales pretendían
dar forma a un proyecto compuesto por diversos elementos que cabrían dentro de
lo que es una ciudad del futuro: comunidad habitacional, aeropuerto, parque
industrial, etc, todo concebido con las más avanzadas tecnologías de aquellos
años. Con la muerte de Disney en 1966 la visión sobre su utopía cambió por
parte de los promotores y por ello el EPCOT Center actual se encuentra muy
alejado de los planes que Disney tenía en mente.
Ya en los años 50s
Disney había mostrado interés por “construir el futuro”, tal como pretendió
hacer con la Future House ubicada en el primer Disneyland.
Demos un repaso
histórico al proyecto:
El diseño de EPCOT
se remonta a los últimos años de vida de Disney y creía tanto en su sueño, que
además de diseñarlo, se dedicó a todo lo que un nuevo proyecto conlleva:
papeleo, compra de bienes inmuebles, etc. Aunque todas estas gestiones quedaron
paralizadas por más de 15 años con su muerte. Disney explicaba así su proyecto:
“EPCOT will take its cue from the new ideas and new
technologies that are emerging from the forefront of American industry. It will
be a community of tomorrow that will never be completed. It will always be
showcasing and testing and demonstrating new materials and new systems.”
El plan original
tenía capacidad para albergar 20,000 habitantes y se visualizaba como un banco
de pruebas para la planificación de la ciudad y su organización. El diseño, de
forma circular y concéntrica en torno a la zona comercial y empresarial, con las
zonas de servicios (escuelas, edificios comunitarios) alrededor y los barrios
residenciales en el perímetro. Los sistemas de transporte se asemejan
enormemente a lo que en la actualidad podemos encontrar en cualquier ciudad
moderna y con preocupaciones por el ahorro de energía: un sistema de tranvías y
de sistemas APM (automated people mover), mientras que los sistemas de parking
y vías automovilísticas se mantienen bajo tierra para que la superficie fuese
totalmente peatonal. Se preveía un sistema de vivienda basado en el alquiler a
precios bajos (¿vivienda de protección oficial en Estados Unidos?) y no en la
compra. Un proyecto como este rompía con todos los esquemas de libre mercado
que son la base del capitalismo en Estados Unidos, por lo que es fácil imaginar
que fue imposible en aquellos años obtener financiación para el proyecto no
permisos administrativos para comenzar la construcción.
La mayoría de planes
de Disney para EPCOT fueron enterrados con él y el parque inaugurado en 1982,
poco tiene que ver con esta utopía. Sin embargo, algunas partes del diseño se
mantuvieron o implementaros y vale la pena mencionarlas, como el sistema de recolección
de basura llamado Automated Vacuum Assisted Collection (AVAC) desarrollado en
Suiza e implantado por primera vez en Estados Unidos en Disneyland. Los
sistemas de transporte fueron parcialmente utilizados, sobre todo el monorraíl
que conecta todas las fases del parque temático. Las áreas residenciales de
alta densidad o los cinturones verdes son conceptos aún vigentes en el diseño
de ciudades
Pero no todo es
positivo en esta utopía: Disney no era arquitecto ni urbanista como hemos
mencionado, era un hombre de negocios con un gran olfato, por lo que pretendía
que primara el control corporativo sobre el democrático, llegando a afirmar que
en esta comunidad llamada EPCOT no habría espacio para el chabolismo, ya que
ellos no lo permitirían, no habrá promotores inmobiliarios ni derecho al voto,
ya que el control estaría en manos de quien mejor sabría hacerlo: una
estructura corporativa manejada por Disney Company. Ellos crearían empleos,
implementarían la educación y eliminarían la pobreza.
Ahora, casi 50 años
después, solo nos queda preguntarnos ¿Hubiese funcionado esta utopía en la
época actual?
Distopías urbanas y
anarcocapitalismo
Por José Steinsleger
¿Es concebible la “ciudad ideal”, o habrá que
resignarse a cuidar la que tenemos mientras la mancha urbana expande, en todas
las direcciones, urbes y vialidades que distan de ser ideales y crecen pegadas
a la que vivimos, pero ya no reconocemos?
En algún tramo de mi vida anterior recuerdo la
plática que sostuve con Platón a propósito de la Atlántida, “ciudad ideal” que
“… en un día y una noche terribles desapareció en el mar”, junto con la
justicia y la virtud que regían su gobierno.
Hace 17 años, Walt Disney emprendió en Florida la
construcción de Celebration City, a unos pasos de Disney World. Los creadores
promovieron Celebration como la urbe de “los más caros valores de Estados
Unidos: limpia, ordenada, honesta, concurrida, segura” y en la que “el crimen
no se toleraría jamás”. La cifra de quienes solicitaron instalarse allí rebasó
las previsiones.
Sin embargo, en vísperas del Thanksgiving
day de 2010, apareció colgado el cadáver del anciano jubilado Matteo
Giovanditto, quien vivía solo con un chihuahua que ladró tres días anunciando
la infausta noticia. Descubierto por la policía, el asesino alegó que el viejo
lo había agredido sexualmente.
Días más tarde, la paz de Celebration volvió a ser
motivo de escándalo. Un piloto de American Airlines se atrincheró en su casa, y
antes de suicidarse de un tiro disparó contra la policía durante 14 horas. Los
vecinos testimoniaron que el piloto era “bueno y cálido con los niños”, y la
gaceta local tituló en primera plana: “Amigos de Disney, bienvenidos a la realidad”.
Entonces, los 10 mil habitantes de Celebration
sintieron que a sus ideales platónicos se los había llevado la chingada. Porque
las utopías urbanas también pueden convertirse en “distopía” (término inventado
a finales del siglo XIX para señalar, justamente, lo opuesto de la “utopía”), y
ya en El contrato social Rousseau advirtió que las casas hacen
un espacio urbano, y los ciudadanos una ciudad.
La utopía está en Florida
The Big Picture es la sección fotográfica
de The Boston Globe y una fuente constante de imágenes
impactantes y sobrecogedoras sobre lo que sucede en el
mundo a esta hora de la mañana (agréguenla a sus favoritos ahora mismo si no lo
han hecho ya). Hace unos días aparecía en ella una galería de fotografías
aéreas de asentamientos urbanos en Florida tomadas a simple
golpe de Google Maps. Campos de golf, lagos artificiales,
urbanizaciones cerradas, calles paralelas y rectilíneas, resorts paradisíacos
de geometrías bellísimas unas, desoladoras otras, que guardan un fuerte
paralelismo con aquellas otras contenidas en A field guide to sprawl,
el maravilloso librito de Dolores Hayden.
El sprawl o urbanización por
derrame es el fenómeno que ha dominado la expansión urbana enEstados Unidos desde
el fin de la Segunda Guerra Mundial, alimentado por bajos precios
del petróleo y articulado por el uso del coche. El resultado son extensiones de
bajísima densidad de población, páramos de asfalto hostiles al peatón y al
paseo, orlados aquí y allá por franquicias de comida rápida y centros
comerciales. A principios de los 80 tuvo lugar una reacción arquitectónica
contra este sprawl llamada Nuevo Urbanismo y
que precisamente tuvo enFlorida su epicentro. Una reacción que
buscaba exactamente lo opuesto: Distancias cortas para evitar el uso del coche,
agradables paseos, arboledas flanqueándolos, casas de arquitectura placentera y
amable con garajes en la parte de atrás y porches en la delantera para así
proporcionar sensación de vecindad y construidas alrededor de un centro urbano
reconocible y lleno de tiendas locales que los ciudadanos pudieran fácilmente
visitar. Una especie de retorno a la arcadia lejana, a ese periodo de entre los
40 y los 50 del siglo XX en el que los estadounidenses localizan su Edad
de Oro, libre de las drogas, el crimen y la pobreza que asolan los centros
urbanos, lejos de la anomia y el anonimato de las suburbios reproducidos y
prefabricados.
En 1981, Andres Duany y Elizabeth
Plater-Zyberk, esposos y padres fundadores del Nuevo Urbanismo crearon
en la costa de Florida el primero y el más conocido de estos
asentamientos perfectos, de estas utopías modernas. Seaside. Un
pueblo de calles limpias y luminosas junto al mar, con vallas blancas y
jardines cuidados, planeado y construido desde la nada. Plantilla paradigmática
que serviría de modelo a otras urbes similares, como Windsor,
también en Florida y también ideada por Duany y Plater-Zyberk,
con un carácter más cercano al de resort vacacional y dirigida
a personas más opulentas (allí viven parte del año los miembros de la
cristalina dinastía Swarovski). Ya en 1996 abrió sus puertas Celebration,
la ciudad modelo de Disney, construida en un extremo de los
terrenos de su Disney World y que, como decíamos
semanas atrás, nació originalmente de la mente del viejo Walt,
quien tenía la visión de construir EPCOT, una comunidad ideal y
futurista bajo los principios de la tecnología y la racionalidad. Celebration tiene
su centro de wellness, sus actividades recreativas programadas
(nevadas incluidas), sus comercios artesanales, su cine, sus restaurantes,
un totum revolutum de tonos pastel y placidez ornamental como
pueden comprobar en este idílico anuncio.
Pero mientras que la idea de Walt Disney era
la de construir una ciudad del futuro, lugares como Celebration, Seaside y Windsor representan
más bien lo contrario. Como la comunidad de The Village (M.
Night Shyamalan, 2004) constituyen un refugio más que un avance. Son
utopías neo-tradicionalistas, sociedades ideales que miran al pasado y no al
porvenir, que son un puro artificio, realidades puramente ficticias, nostalgia
hecha ladrillo y madera, añoranza prefabricada con una perfección regulada y
homogénea. No en vano Seaside sirvió de localización
para The Truman Show (Peter Weir, 1998).
Si algo nos ha enseñado el siglo XX es a desconfiar
de las utopías. No solo son imposibles sino que además son probablemente
indeseables. Todas estas comunidades en Florida tienen su reverso tenebroso.
Como el Tylerton del relato El túnel bajo el mundo (1955)
de Frederick Pohl, Celebration es un municipio
regido por una corporación y no por un ayuntamiento democráticamente elegido.
Es en realidad un negocio inmobiliario que Disney Inc.
tutela a distancia y sobre cuyo desarrollo tiene derecho de veto. Y es que en
todas estas comunidades existen códigos estrictos que determinan qué se puede
hacer y qué no, cómo de grandes han de ser tus ventanas, cómo deben estar
pintadas, qué signos y decoraciones puedes colocar en la fachada de tu casa.
Todo está tabulado, milimetrado, porque el objetivo de sus promotores y de
algunos de sus inquilinos, pese al discurso oficial sobre la construcción de
una comunidad cercana y afable, es el de mantener altos los precios de su
viviendas. Como si de La Villa de El Prisionero se
tratase, la conformidad es necesaria para vivir en estas comunidades que han
sido creadas de la nada para, no lo olvidemos, separarse del mundo y que se
definen por contraposición a lo feo y sombrío de “lo de ahí fuera” (Seaside y Windsor tienen
hasta sus propios servicios de seguridad). La disidencia, la crítica, el
incumplimiento de las normas están muy mal vistos y tienen su precio; no la
muerte a manos de un monstruo imaginario como en aquel episodio de la sexta
temporada de Expediente X titulado Arcadia en
el que Mulder y Scully se infiltraban en una
de estas comunidades ideales, sino el ostracismo y los insultos por parte de
tus vecinos. Así es como Michael Pollan describía en un magnífico
artículo en el New York Times los sucesos
ocurridos en Celebration cuando las diferencias de opinión
sobre la gestión de la escuela local (que por supuesto era responsabilidad del
estado de Florida y no deDisney) crearon tensiones
entre los ciudadanos. Este conflicto reveló la verdadera naturaleza de una
comunidad en la que la calidad democrática no se mide por el derecho a decidir
y votar (que no existen) sino por cómo de receptivos son los gerentes a las
sugerencias de los vecinos. La democracia como objeto de consumo y no como
forma de organización.
Ahora queda ver cómo afectará La Crisis a
estas nuevas urbes, si se llenarán de pudientes huyendo de la miseria o si se
vaciaran por sus altos precios. Esta última dirección la exploraba hace
poco Carme Miralles-Guasch en un sugerente articulo
titulado Urbanizaciones vacías y en el que decía:
En estos días de vacaciones, yendo a la playa,
descansando lejos de la residencia cotidiana o circulando por carreteras poco
habituales, en las periferias de muchas ciudades y pueblos hemos podido
observar un fenómeno común: urbanizaciones vacías. Construcciones de grupos de
viviendas, de tipología diversa, unifamiliares o plurifamiliares, de distintas
alturas, algunas con jardín y otras no, donde no vive nadie, o casi nadie.
Algunas acabadas y otras a medio construir, que conviven con grúas y materiales
de la construcción abandonados. […] Son lugares abandonados que salpican las
periferias de ciudades y pueblos. Es el paisaje del fin del boominmobiliario,
de fin de ciclo económico, de crisis.
Entre las imágenes de Florida que
ofrecía esa galería de The Big Picture que mencionaba al
comienzo, se pueden encontrar algunas fotos que ilustran esa desolación y que
harían las delicias de nuestro querido y añorado JG Ballard:
Urbanizaciones sin construir, asfalto levantado, calles vacías devoradas por la
maleza y los arbustos esperando tiempos mejores que quizás nunca lleguen.
Muy Bueno Eduardo, tenes que tratar de hacer un poco de sintesis y no solo cut and paste. Le daria mas valor agregado a tu busqueda.
ResponderBorrarSi, Marcelo tenes razon, pero creeme que lo lei completo y me parecio todo el articulo muy interesante. Gracias
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