domingo, 13 de septiembre de 2015

Las utopías urbanas de Disney

En la nota de prensa enviada por Walt Disney Productions en 1967, Disney afirma acerca de EPCOT “It will never cease to be a blueprint of the future, where people actually live a life they can’t find anywhere else today.”


Por Ethel Baraona Pohl



“… si Disney despertase

el tiempo es la ilusión que no vuelve más
el tiempo, esa ilusión en cualquier lugar.”

Fito Páez


Diversas utopías urbanas fueron desarrolladas en las décadas de los 60s y 70s. La mayoría de ellas han sido sueños que han nacido en la mente de arquitectos como Yona Friedman, Antonio Sant’Elia o Archigram, incluso algunos artistas como Constant dejaron ver su interés arquitectónico y urbanístico al crear propuestas como el proyecto New Babylon. Pero ¿nos hemos detenido a pensar que sucede cuando estas utopías surgen de la mente soñadora de un no-arquitecto? Este es el caso de Walt Disney, productor, guionista e ilustrador y por lo que hemos visto con el paso de los años, gran empresario. Entonces, ¿de donde surge ese deseo de crear la ciudad del futuro?
Por otro lado puede parecer contradictorio tocar el tema de Disney. Hablando con varios amigos arquitectos, sin comentarles mi intención de escribir acerca de este tema, la respuesta ha sido bastante unánime: todos recuerdan con nostalgia infantil su primer viaje a Disney, los que no han estado critican el consumismo y el mundo totalmente irreal que representa, pero para ningunos pasa inadvertido este megaimperio surgido en los años 50s. Para la mayoría de nosotros es conocido que Disney representa a cabalidad lo que llamamos el “american way of life”, en sus películas siempre ganan los buenos, el malo es castigado y el futuro se ve color de rosa. Pero intentemos olvidar esto por un momento y centrarnos en el diseño de EPCOT, que es lo que queremos compartir y debatir aquí.
Disney vivió de 1901 a 1966, pero ya en los primeros años de la década de 1960, pensaba en el desarrollo de EPCOT como una ciudad-experimento o como el mismo lo llamó (y de donde viene el nombre EPCOT): “Experimental Prototype Community of Tomorrow”. De hecho, la principal motivación que tuvo Disney para construir y centrar todas sus energías en construir Walt Disney World era tener un sitio en donde construir más adelante su ciudad soñada: EPCOT Center. Solo que según podemos ver en los archivos de planos, planes y memorias, no EPCOT tal como lo conocemos ahora, un parque temático; más bien las ideas originales pretendían dar forma a un proyecto compuesto por diversos elementos que cabrían dentro de lo que es una ciudad del futuro: comunidad habitacional, aeropuerto, parque industrial, etc, todo concebido con las más avanzadas tecnologías de aquellos años. Con la muerte de Disney en 1966 la visión sobre su utopía cambió por parte de los promotores y por ello el EPCOT Center actual se encuentra muy alejado de los planes que Disney tenía en mente.
Ya en los años 50s Disney había mostrado interés por “construir el futuro”, tal como pretendió hacer con la  Future House ubicada en el primer Disneyland.

Demos un repaso histórico al proyecto:

El diseño de EPCOT se remonta a los últimos años de vida de Disney y creía tanto en su sueño, que además de diseñarlo, se dedicó a todo lo que un nuevo proyecto conlleva: papeleo, compra de bienes inmuebles, etc. Aunque todas estas gestiones quedaron paralizadas por más de 15 años con su muerte. Disney explicaba así su proyecto:


“EPCOT will take its cue from the new ideas and new technologies that are emerging from the forefront of American industry. It will be a community of tomorrow that will never be completed. It will always be showcasing and testing and demonstrating new materials and new systems.”
El plan original tenía capacidad para albergar 20,000 habitantes y se visualizaba como un banco de pruebas para la planificación de la ciudad y su organización. El diseño, de forma circular y concéntrica en torno a la zona comercial y empresarial, con las zonas de servicios (escuelas, edificios comunitarios) alrededor y los barrios residenciales en el perímetro. Los sistemas de transporte se asemejan enormemente a lo que en la actualidad podemos encontrar en cualquier ciudad moderna y con preocupaciones por el ahorro de energía: un sistema de tranvías y de sistemas APM (automated people mover), mientras que los sistemas de parking y vías automovilísticas se mantienen bajo tierra para que la superficie fuese totalmente peatonal. Se preveía un sistema de vivienda basado en el alquiler a precios bajos (¿vivienda de protección oficial en Estados Unidos?) y no en la compra. Un proyecto como este rompía con todos los esquemas de libre mercado que son la base del capitalismo en Estados Unidos, por lo que es fácil imaginar que fue imposible en aquellos años obtener financiación para el proyecto no permisos administrativos para comenzar la construcción.
La mayoría de planes de Disney para EPCOT fueron enterrados con él y el parque inaugurado en 1982, poco tiene que ver con esta utopía. Sin embargo, algunas partes del diseño se mantuvieron o implementaros y vale la pena mencionarlas, como el sistema de recolección de basura llamado Automated Vacuum Assisted Collection (AVAC) desarrollado en Suiza e implantado por primera vez en Estados Unidos en Disneyland. Los sistemas de transporte fueron parcialmente utilizados, sobre todo el monorraíl que conecta todas las fases del parque temático. Las áreas residenciales de alta densidad o los cinturones verdes son conceptos aún vigentes en el diseño de ciudades
Pero no todo es positivo en esta utopía: Disney no era arquitecto ni urbanista como hemos mencionado, era un hombre de negocios con un gran olfato, por lo que pretendía que primara el control corporativo sobre el democrático, llegando a afirmar que en esta comunidad llamada EPCOT no habría espacio para el chabolismo, ya que ellos no lo permitirían, no habrá promotores inmobiliarios ni derecho al voto, ya que el control estaría en manos de quien mejor sabría hacerlo: una estructura corporativa manejada por Disney Company. Ellos crearían empleos, implementarían la educación y eliminarían la pobreza.
Ahora, casi 50 años después, solo nos queda preguntarnos ¿Hubiese funcionado esta utopía en la época actual?

Distopías urbanas y anarcocapitalismo

Por José Steinsleger
¿Es concebible la “ciudad ideal”, o habrá que resignarse a cuidar la que tenemos mientras la mancha urbana expande, en todas las direcciones, urbes y vialidades que distan de ser ideales y crecen pegadas a la que vivimos, pero ya no reconocemos?
En algún tramo de mi vida anterior recuerdo la plática que sostuve con Platón a propósito de la Atlántida, “ciudad ideal” que “… en un día y una noche terribles desapareció en el mar”, junto con la justicia y la virtud que regían su gobierno.
Hace 17 años, Walt Disney emprendió en Florida la construcción de Celebration City, a unos pasos de Disney World. Los creadores promovieron Celebration como la urbe de “los más caros valores de Estados Unidos: limpia, ordenada, honesta, concurrida, segura” y en la que “el crimen no se toleraría jamás”. La cifra de quienes solicitaron instalarse allí rebasó las previsiones.
Sin embargo, en vísperas del Thanksgiving day de 2010, apareció colgado el cadáver del anciano jubilado Matteo Giovanditto, quien vivía solo con un chihuahua que ladró tres días anunciando la infausta noticia. Descubierto por la policía, el asesino alegó que el viejo lo había agredido sexualmente.
Días más tarde, la paz de Celebration volvió a ser motivo de escándalo. Un piloto de American Airlines se atrincheró en su casa, y antes de suicidarse de un tiro disparó contra la policía durante 14 horas. Los vecinos testimoniaron que el piloto era “bueno y cálido con los niños”, y la gaceta local tituló en primera plana: “Amigos de Disney, bienvenidos a la realidad”.
Entonces, los 10 mil habitantes de Celebration sintieron que a sus ideales platónicos se los había llevado la chingada. Porque las utopías urbanas también pueden convertirse en “distopía” (término inventado a finales del siglo XIX para señalar, justamente, lo opuesto de la “utopía”), y ya en El contrato social Rousseau advirtió que las casas hacen un espacio urbano, y los ciudadanos una ciudad.

La utopía está en Florida



The Big Picture es la sección fotográfica de The Boston Globe y una fuente constante de imágenes impactantes y sobrecogedoras sobre lo que sucede en el mundo a esta hora de la mañana (agréguenla a sus favoritos ahora mismo si no lo han hecho ya). Hace unos días aparecía en ella una galería de fotografías aéreas de asentamientos urbanos en Florida tomadas a simple golpe de Google Maps. Campos de golf, lagos artificiales, urbanizaciones cerradas, calles paralelas y rectilíneas, resorts paradisíacos de geometrías bellísimas unas, desoladoras otras, que guardan un fuerte paralelismo con aquellas otras contenidas en A field guide to sprawl, el maravilloso librito de Dolores Hayden.

El sprawl o urbanización por derrame es el fenómeno que ha dominado la expansión urbana enEstados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, alimentado por bajos precios del petróleo y articulado por el uso del coche. El resultado son extensiones de bajísima densidad de población, páramos de asfalto hostiles al peatón y al paseo, orlados aquí y allá por franquicias de comida rápida y centros comerciales. A principios de los 80 tuvo lugar una reacción arquitectónica contra este sprawl llamada Nuevo Urbanismo y que precisamente tuvo enFlorida su epicentro. Una reacción que buscaba exactamente lo opuesto: Distancias cortas para evitar el uso del coche, agradables paseos, arboledas flanqueándolos, casas de arquitectura placentera y amable con garajes en la parte de atrás y porches en la delantera para así proporcionar sensación de vecindad y construidas alrededor de un centro urbano reconocible y lleno de tiendas locales que los ciudadanos pudieran fácilmente visitar. Una especie de retorno a la arcadia lejana, a ese periodo de entre los 40 y los 50 del siglo XX en el que los estadounidenses localizan su Edad de Oro, libre de las drogas, el crimen y la pobreza que asolan los centros urbanos, lejos de la anomia y el anonimato de las suburbios reproducidos y prefabricados.
En 1981, Andres Duany y Elizabeth Plater-Zyberk, esposos y padres fundadores del Nuevo Urbanismo crearon en la costa de Florida el primero y el más conocido de estos asentamientos perfectos, de estas utopías modernas. Seaside. Un pueblo de calles limpias y luminosas junto al mar, con vallas blancas y jardines cuidados, planeado y construido desde la nada. Plantilla paradigmática que serviría de modelo a otras urbes similares, como Windsor, también en Florida y también ideada por Duany y Plater-Zyberk, con un carácter más cercano al de resort vacacional y dirigida a personas más opulentas (allí viven parte del año los miembros de la cristalina dinastía Swarovski). Ya en 1996 abrió sus puertas Celebration, la ciudad modelo de Disney, construida en un extremo de los terrenos de su Disney World y que, como decíamos semanas atrás, nació originalmente de la mente del viejo Walt, quien tenía la visión de construir EPCOT, una comunidad ideal y futurista bajo los principios de la tecnología y la racionalidad. Celebration tiene su centro de wellness, sus actividades recreativas programadas (nevadas incluidas), sus comercios artesanales, su cine, sus restaurantes, un totum revolutum de tonos pastel y placidez ornamental como pueden comprobar en este idílico anuncio.


Pero mientras que la idea de Walt Disney era la de construir una ciudad del futuro, lugares como CelebrationSeaside y Windsor representan más bien lo contrario. Como la comunidad de The Village (M. Night Shyamalan, 2004) constituyen un refugio más que un avance. Son utopías neo-tradicionalistas, sociedades ideales que miran al pasado y no al porvenir, que son un puro artificio, realidades puramente ficticias, nostalgia hecha ladrillo y madera, añoranza prefabricada con una perfección regulada y homogénea. No en vano Seaside sirvió de localización para The Truman Show (Peter Weir, 1998).
Si algo nos ha enseñado el siglo XX es a desconfiar de las utopías. No solo son imposibles sino que además son probablemente indeseables. Todas estas comunidades en Florida tienen su reverso tenebroso. Como el Tylerton del relato El túnel bajo el mundo (1955) de Frederick PohlCelebration es un municipio regido por una corporación y no por un ayuntamiento democráticamente elegido. Es en realidad un negocio inmobiliario que Disney Inc. tutela a distancia y sobre cuyo desarrollo tiene derecho de veto. Y es que en todas estas comunidades existen códigos estrictos que determinan qué se puede hacer y qué no, cómo de grandes han de ser tus ventanas, cómo deben estar pintadas, qué signos y decoraciones puedes colocar en la fachada de tu casa. Todo está tabulado, milimetrado, porque el objetivo de sus promotores y de algunos de sus inquilinos, pese al discurso oficial sobre la construcción de una comunidad cercana y afable, es el de mantener altos los precios de su viviendas. Como si de La Villa de El Prisionero se tratase, la conformidad es necesaria para vivir en estas comunidades que han sido creadas de la nada para, no lo olvidemos, separarse del mundo y que se definen por contraposición a lo feo y sombrío de “lo de ahí fuera” (Seaside y Windsor tienen hasta sus propios servicios de seguridad). La disidencia, la crítica, el incumplimiento de las normas están muy mal vistos y tienen su precio; no la muerte a manos de un monstruo imaginario como en aquel episodio de la sexta temporada de Expediente X titulado Arcadia en el que Mulder y Scully se infiltraban en una de estas comunidades ideales, sino el ostracismo y los insultos por parte de tus vecinos. Así es como Michael Pollan describía en un magnífico artículo en el New York Times los sucesos ocurridos en Celebration cuando las diferencias de opinión sobre la gestión de la escuela local (que por supuesto era responsabilidad del estado de Florida y no deDisney) crearon tensiones entre los ciudadanos. Este conflicto reveló la verdadera naturaleza de una comunidad en la que la calidad democrática no se mide por el derecho a decidir y votar (que no existen) sino por cómo de receptivos son los gerentes a las sugerencias de los vecinos. La democracia como objeto de consumo y no como forma de organización.
Ahora queda ver cómo afectará La Crisis a estas nuevas urbes, si se llenarán de pudientes huyendo de la miseria o si se vaciaran por sus altos precios. Esta última dirección la exploraba hace poco Carme Miralles-Guasch en un sugerente articulo titulado Urbanizaciones vacías y en el que decía:
En estos días de vacaciones, yendo a la playa, descansando lejos de la residencia cotidiana o circulando por carreteras poco habituales, en las periferias de muchas ciudades y pueblos hemos podido observar un fenómeno común: urbanizaciones vacías. Construcciones de grupos de viviendas, de tipología diversa, unifamiliares o plurifamiliares, de distintas alturas, algunas con jardín y otras no, donde no vive nadie, o casi nadie. Algunas acabadas y otras a medio construir, que conviven con grúas y materiales de la construcción abandonados. […] Son lugares abandonados que salpican las periferias de ciudades y pueblos. Es el paisaje del fin del boominmobiliario, de fin de ciclo económico, de crisis.


Entre las imágenes de Florida que ofrecía esa galería de The Big Picture que mencionaba al comienzo, se pueden encontrar algunas fotos que ilustran esa desolación y que harían las delicias de nuestro querido y añorado JG Ballard: Urbanizaciones sin construir, asfalto levantado, calles vacías devoradas por la maleza y los arbustos esperando tiempos mejores que quizás nunca lleguen.




2 comentarios:

  1. Muy Bueno Eduardo, tenes que tratar de hacer un poco de sintesis y no solo cut and paste. Le daria mas valor agregado a tu busqueda.

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    1. Si, Marcelo tenes razon, pero creeme que lo lei completo y me parecio todo el articulo muy interesante. Gracias

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